Incendios forestales: un delito que no para
Incendio forestal (FOTO/Sharkmann@APGNoticiasBo)
Una de las formas más crueles de destruir la vida en el planeta es la quema de los bosques, supuestamente con el objetivo de habilitar tierras para cultivo y ganadería que se cree beneficiarían al ser humano. ¿Es válida esta afirmación?
Los primeros en quemar los recursos forestales para expandir la frontera agrícola fueron los países europeos, quienes llevaron a cabo esta práctica hasta casi exterminar su ecosistema. En estos países, es raro encontrar áreas forestales, y menos aún en estado puro o natural. La producción de alimentos en estos lugares es muy limitada y costosa, por lo que han recurrido a la producción transgénica.
Esta práctica continúa en países con grandes extensiones geográficas como China, Rusia, EE.UU. y Australia, donde la quema de bosques es un problema constante y difícil de controlar. A pesar de esto, se sigue priorizando la expansión agrícola, resultando en una sobreproducción de cultivos que, al no ser demandados, a menudo se desechan en el mar para controlar los precios del mercado.
En Bolivia, esta práctica data desde la creación del país, comenzando con la extracción y tala de árboles para los ferrocarriles y luego para la construcción. La situación se ha agravado con la quema de bosques para la agricultura. Inicialmente, los empresarios realizaban el chaqueo para ampliar sus cultivos de soya, maíz, girasol y otros, así como para la ganadería, lo que los convirtió en grandes productores y exportadores.
¿Cuándo empieza esta quema desmedida a convertirse en biocidio?
El chaqueo, que era una práctica limitada en el oriente, ha evolucionado en quemas, incendios y fuegos en la Amazonia, especialmente durante estos meses. Está claro que estas acciones son causadas por humanos que, fuera de todo raciocinio, actúan de manera desalmada y biocida, destruyendo nuestro entorno poco a poco. El último reporte indica que alrededor de cuatro millones de hectáreas se han perdido. No solo se están perdiendo árboles, sino también animales, microorganismos, macroinvertebrados, aves y peces, además de especies endémicas que han existido por más de cien años.
Estamos al borde de destruir un ecosistema, y parece que no estamos dando el valor que merece. Hemos perdido el mar, los hidrocarburos tienen menos valor, el litio pierde importancia, pero aún contábamos con la biodiversidad, que era una de las más ricas del planeta.
Las consecuencias serán graves para todo el país: se incrementarán los vientos, se acelerará la sequía, se desertificarán los suelos, aumentará la erosión y se pondrá en riesgo la genética, contribuyendo a los efectos del cambio climático sobre la calidad y cantidad de agua dulce. También habrá un impacto en la cultura (migración de los pueblos), debilitamiento del turismo, que era una fuente importante de ingresos económicos, afectando el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Nos estamos convirtiendo en un país deforestado, sin biodiversidad, con un gobierno que no parece interesado en el medio ambiente y permite que esta tragedia continúe cada año.
Lamentablemente, a nuestros hijos solo podremos mostrarles fotos y cuentos sobre la riqueza que una vez tuvimos en biodiversidad, pero permitimos su destrucción por unos pocos pesos, en beneficio de intereses que no responden al pueblo boliviano.
¿A quién sancionamos por este biocidio, que es un delito ambiental?
Norma Mollo Mollo
CEPA