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Julio Enrrique Castaños, el hombre que proyectó sueños en Coroico

Julio Enrrique Castaños, el hombre que proyectó sueños en Coroico

 Proyectora de 35 mm.

En tiempos en que las noches en los Yungas de Coroico se llenaban de historias contadas por los abuelos junto al fuego, o de partidas de cartas en la tienda del pueblo, un hombre decidió cambiar la rutina con la magia del cine. Julio Enrrique Castaños llevó a ese rincón alejado de Bolivia imágenes que hicieron brillar los ojos de los niños y encendieron su imaginación. Bajo la luz titilante del proyector, pequeños corazones viajaban a mundos lejanos donde mariachis cantaban, vaqueros cabalgaban y superhéroes volaban. Fue él quien, durante más de cuatro décadas, proyectó sueños que transformaron las noches de Coroico en una ventana hacia lo imposible.

Cerca de 42 años de su vida dedicó Julio Enrique Castaños al entretenimiento y al impulso de la cultura en el municipio de Coroico, capital de la provincia Nor Yungas, del departamento de La Paz. Ese aporte lo realizó a través del “Cine Coroico”.

Por azares de la vida, Castaños nació en La Paz el 16 de julio de 1945 y, desde muy pequeño, radicó en “el paraíso terrenal”, como es conocida esa población yungueña. A sus 15 años inició su travesía cinematográfica en “Cine Coroico”, cuando las películas se proyectaban en blanco y negro y en formato de 16 milímetros (mm).

El Honorable Concejo Municipal de Coroico reconoció la actividad cinematográfica de Castaños. En sesión de honor del lunes 19 de octubre de 2009, el trofeo le fue entregado en el salón del Gobierno Municipal de Coroico, por haberse destacado dentro de la actividad social y cultural.

Antes de fallecer en esa localidad, el 29 de octubre de 2010, a raíz de una enfermedad renal, el operador y gerente del “Cine Coroico” accedió a una entrevista en enero de ese año y la rescatamos para el archivo histórico del cine boliviano.

¿Cómo se inició en esta actividad?

Desde pequeño me encantaba organizar funciones de cine e incluso proyectaba películas de 36 mm con un cajón y una linterna. Por voluntad propia, decidí incursionar en 1960 en esta actividad como ayudante del operador de las máquinas proyectoras del Cine Coroico.

¿Cuándo toma las riendas del Cine Coroico?

En agosto de 1970 me hice cargo de la administración del Cine Coroico, que hasta entonces era propiedad del señor Miro Crespo, quien me vendió las máquinas proyectoras en formato 16 mm. Alquilaba películas de la empresa Bolivia Films y, posteriormente, proyecté films en 35 mm.

¿Qué salas cinematográficas hubo en Coroico?

Puedo citar el Cine Real de Víctor Lanza, el Cine Récord de José Luna y el Cine Coroico de Miro Crespo, que posteriormente pasó a ser de mi propiedad.

¿Cuáles son los films que recuerda haber exhibido y que le trajeron beneficios?

Los años 60 y 70 fueron la época dorada porque había una variada propuesta en películas mexicanas, como las de Pedro Infante; westerns, como las de John Wayne; dibujos animados, como El libro de la selva; y films religiosos, como Jesús o El Manto Sagrado.

Las películas de mayor éxito o más comerciales fueron las de acción (La Guerra de las Galaxias), de terror (El Exorcista), de aventuras (películas de Bud Spencer y Terence Hill), de kárate (Bruce Lee, Jackie Chan y Ralph Macchio), de ciencia ficción (Encuentros cercanos del tercer tipo) y de comedia (Locademia de policías). No así los films sociales y de drama, que, en número reducido, eran preferidos por los coroiqueños. También puedo mencionar las películas de Cantinflas, Rocky y Robocop, que tenían mucha aceptación en el público, que por cierto era muy exigente.

Entre las producciones bolivianas puedo mencionar Ukamau, Yawar Mallku, El coraje del pueblo, El enemigo principal, Pueblo chico, Chuquiago, Mi socio, Amargo mar, Los hermanos Cartagena, Tinku, el encuentro y otros, que me generaron buenos ingresos, pues no cabía ni un alfiler en mi sala.

Enrrique Castaños recibió un reconocimiento por su aporte a la cultura

 

¿Algunas otras localidades donde proyectó funciones de cine?

Son varias las poblaciones que visité con mi cine ambulante y puedo citar Achacachi, Sorata, Guanay, Chulumani, Coripata, Huancané, Unduavi, Guaqui e incluso la ciudad de Tarija, además del Estado Mayor de La Paz.

¿Qué empresas cinematográficas le proveían películas?

Dislapaz, América Films, Pelmex, Distribuidora Copacabana, Andina, Waza Films y Manfer Films. También fletaba material del Servicio Informativo y Cultural de los Estados Unidos de América (USIS).

¿Los trabajadores cinematográficos tienen su día?

Así es. Mediante Decreto Supremo 10876, del 21 de mayo de 1973, el entonces presidente de Bolivia, Hugo Banzer Suárez, declaró el 20 de mayo de cada año como el “Día del Trabajador Cinematografista” en todo el territorio nacional.

Pero este día conmemorativo sólo quedó en eso, en una norma y nada más. Jamás hemos recibido ningún tipo de apoyo en beneficio de nuestros derechos sociales por parte de las autoridades competentes. Es más, ni el Consejo Nacional de Cine (CONACINE) se acuerda de esta fecha significativa para los trabajadores de ese sector. Personalmente celebraba este día, luego de cumplir con mi obligación.

¿Cómo es esta actividad?

Es un trabajo que requiere precisión y cuidado, porque a la menor falla el público silbaba y nos insultaba. Ser maquinista de cine es un trabajo de película, en el mejor sentido de la palabra, porque se lidia con rollos de cintas y lámparas de proyectoras muy delicadas.

CRISIS DE EXHIBICIÓN

¿Cuándo comienza la agonía de su sala cinematográfica?

Desde 1986 el número de espectadores en sala ha ido en descenso. Desde ese tiempo, las funciones se han visto afectadas no sólo a nivel de Coroico, sino a nivel nacional, por una suma de factores específicos que derivaron en una crisis en la actividad del séptimo arte y repercutieron sobre las salas, que en su mayoría cerraron sus puertas en los últimos años.

Entre ellos puedo citar la influencia de la televisión, la proliferación de antenas parabólicas, el servicio de televisión por cable y la competencia desleal de la piratería (videoclubes), responsables del cierre paulatino de mi sala cinematográfica y de otras ubicadas en los Yungas.

¿Fue difícil asumir la decisión del cierre de su sala?

El Cine Coroico encarnó una historia de gloria, pero también de melancólica agonía. Más bien, logré vender las máquinas proyectoras de 35 mm a una congregación cristiana de Jupapina, en el sur de la ciudad de La Paz.

En el ocaso de mi sala, daba funciones más por amor al oficio que por razones comerciales. Mi familia hizo un gran esfuerzo para sostener en pie la sala cinematográfica. Seguí así mientras pude, por amor a la cultura cinematográfica que es mi pasión, porque desde el punto de vista del negocio mejor ni pensar.

 

¿Cuándo fue la última vez que hizo dar una función de cine?

El 4 de octubre de 2002 es una fecha oscura para la historia de las salas cinematográficas en la región de los Yungas del departamento de La Paz. En esa jornada, exhibí el último filme, Telaraña, para aproximadamente 10 personas. Me costó mucho tomar la decisión de cerrar mi sala porque quería seguir apostando a la cultura en beneficio de la población coroiqueña, pero no tuve ningún tipo de apoyo. A esta situación, debo añadir la actitud mezquina de Manfer Films y Waza Films, empresas distribuidoras que me incrementaron los precios en la programación de películas sin justificación alguna.

¿Hubo algún pedido de la población para que vuelva a reactivar su sala?

Volver a emprender este negocio es un desafío, pues muchos de los espacios fueron cedidos a congregaciones religiosas. A ello debe sumarse una fuerte inversión y el apoyo de la autoridad competente. Muchos me pidieron reabrir nuevamente mi cine, pero las condiciones no estaban dadas.

Nota: Artículo publicado en la Revista Fénix

 


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