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La popular cueca “La Caraqueña” nació en una calle del barrio de Chacaito

La popular cueca “La Caraqueña” nació en una calle del barrio de Chacaito

Junto a Luis Rico izquierda) y Ernesto Cavour, (derecha). (Foto tomada del Internet)

Por Pedro Glasinovic V.

Periodista

La popular cueca “La Caraqueña” del maestro, compositor y dirigente sindical tarijeño, Nilo Soruco Arancibia, nació en una calle del barrio de Chacaito en la capital venezolana, según revela su autor durante una imprevista e informal entrevista efectuada en la década de los años 80s, que nunca fue publicada, hasta ahora.

Soruco, dirigente nacional de los maestros urbanos, se encontraba exiliado en Venezuela, era el año 1974 y en el país gobernada el dictador Hugo Banzer Suárez.

Todo era nostalgia de la tierra, yo soñaba siempre con volver, soñaba con Tarija, con Bolivia, había mucha nostalgia nos dice Nilo

durante una amena charla que transcurría mientras degustábamos un plato de las populares costillitas tarijeñas, en el restaurante de doña Teresa Ballivian, de quien Nilo dice “cocina muy Rico”.

Yo no era muy dado a las lágrimas como Hugo Poppe (otro dirigente chuquisaqueño exiliado), que se acordaba de Sucre y se ponía a llorar, se acordaba de su familia, de su pueblo, era pues muy sentimental, fácil de llorar.

Yo no lloraba. Una tarde del 24 de diciembre de 1974, los bolivianos exiliados organizados, teníamos una reunión para despedir el año viejo y recibir el nuevo, era la Noche Buena.

Estaba en Chacaito, (un barrio de Caracas), estaba esperando el micro para ir a la reunión, entonces, (hace una pausa), …mi mente, mi corazón, estaban en Tarija.

Soñando, mirando Tarija, mirando Bolivia, cuando de repente me salió una frase “qué lejos estoy carajo” …y de ahí siguió el resto de la Caraqueña.

El artista, fallecido el 31 de marzo de 2004, recuerda que no sólo fue una combinación de rabia, nostalgia por volver, volver a como dé lugar no sólo por la familia sino para seguir la lucha contra la dictadura.

Por eso la letra dice, “no habrá muralla que resista”.

Nilo no se explica por qué la letra de esa cueca pegó tanto en el sentimiento de los exilados no sólo bolivianos sino también en argentinos, paraguayos, chilenos, centroamericanos, que lloraban al interpretarla.

Esto no es sólo para Bolivia, es para todos los exiliados del mundo me decían.

Y cuánta razón tenían ya que La Caraqueña, es un segundo himno para aquellos bolivianos que se vieron obligados a salir al exilio durante la larga noche de las dictaduras militares que gobernaron Bolivia (1964-1982).

Ese año, 1974, Nilo estaba preso en el Panóptico de San Pedro en La Paz, “me expulsaron y nos enviaron directamente a Caracas, con visa de turismo”, al llegar yo quería trabajar en mi profesión de educador musical, pero no había.

Los venezolanos me pedían papeles y yo les decía cómo me van a pedir papeles si me han expulsado “pero chico, deberías traer, aunque sean fotocopias”, me decían, mientras lanza una carcajada, así llegué a Caracas.

Allí, tuve mucha rabia con mi partido, yo era miembro del Comité Central del Partido Comunista y esperaba alguna comunicación, pero sólo había un silencio total a diferencia de México, Suecia Holanda, en Europa donde todos (los exiliados), tenían documentos.

Nilo Soruco, el niño. (Tomada del Internet).

Se interrumpe para ponderar el sabor de las costillitas, “son muy ricas, se las prepara con un sabor campesino por eso me gustan”, Ese debe ser el secreto, la comida en Tarija siempre fue rica.

UN INFARTO EN PLENO VUELO

Como secretario Ejecutivo de la Federación Nacional de Maestros Urbanos de Bolivia, me tocó tomar contacto con los organismos internacionales de educación, de esa manera pude ir a varias conferencias internacionales, donde llevé la denuncia contra el gobierno de Banzer.

Me instruyeron asistir a una conferencia mundial de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), en representación de Bolivia, en Belgrado. (actual capital de Serbia, antes formaba parte de Yugoeslavia).

El viaje era por Nueva York y de ahí a Belgrado, el infarto se produjo durante la noche, estaba durmiendo y no sentí ningún dolor hasta la llegada que me sentí mareado.

Al llegar a Frankfurt me sentí mal porque también sufrí una embolia, menos mal que en el vuelo había un yugoeslavo, que volvía del Perú a su país, él me ayudó a embarcarme a Belgrado.

En Belgrado descubrieron que había tenido el infarto, pero no le dieron mucha importancia, de vuelta a Caracas se repitió el problema y tuve que ir a Moscú.

Estando en Moscú, en 1980, se produjo el golpe de García Meza y ya no pude regresar a La Paz y me tuve que quedar nuevamente en Caracas.

Mi segundo exilio duró dos años, hasta 1982 cuando pudimos volver después de derrotar a García Meza, mientras tanto me metieron un marcapasos.

Tuve una buena recuperación, pero de nuevo me vino el problema, en el hospital los médicos descubrieron que mi corazón necesitaba una ayuda, me han metido otro marcapasos y hasta ahora estoy bien.

El marcapasos era holandés no era soviético y necesitaba un cambio de pilas, en 1991, me cambiaron las pilas por eso digo que tengo un corazón de pilas.

Debo destacar que la operación me la hicieron en el hospital Obrero de La Paz, con un trabajo lindo de los doctores, Loma, Carrión, Palmero, gracias a ellos hasta ahora estoy bien, puedo comer costillitas y tomar vinito.

UN COMPOSITOR SIN REMEDIO

Durante un congreso de la Central Obrera Boliviana (COB) realizado en Cochabamba, en 1984, sentí la necesidad de tocar guitarra, pero no había. Entonces, el partido había determinado tener un equipo de seguridad para todos los delegados comunistas.

Deseo tocar guitarra les dije y no la tengo, pero camarada yo tengo y se la presto me dijo uno de ellos.

Ese ratito fue a traer la guitarra, me senté y ahí me salió una cueca que lleva por título “Me voy y vuelvo” porque pienso que el ataque al corazón fue un viaje y vuelvo cuando pude volver a la lucha.

¿Está Grabada?

Claro, por Las Voces del Valle.

¿Es la última cueca que hiciste?

Sí, es la última.

Después, en 1985 cuando tiraron (aprobaron) el 21060 (el Decreto Supremo 21060 también llamado como la Nueva Política Económica del gobierno de Víctor Paz Estenssoro), y crearon el Bolsín todavía pude hacer un canavalito que se llama El Carnavalito Ladrón”.

¿Qué dice la letra?

Mira, la embolia ha hecho que no pueda retener ni los versos que hice.

Pero más o menos dice: “carnaval ladrón, el mono y el enano Banzer, carnaval ladrón, pero no se han animado a cantar, muy fuerte es, dicen.

Ahora no me animo a escribir ninguna música, pero hay un motivo cuando caí preso el 73 en La Paz, he sido torturado brutalmente por Banzer, sufrí los famosos telefonazos (golpes en las orejas), que me han averiado el oído, el tímpano.

La embolia me atacó justamente el centro de la audición, entonces no puedo mantener la melodía, hay una distorsión, se me va, se me sube y siento que hay una distorsión.

ERNESTO CAVOUR, LUIS RICO Y NILO SORUCO

En 1978, cuando Nilo pudo volver a Bolivia desde Caracas, junto a Luis Rico y Ernesto Cavour (­­­ya fallecido), recorrieron el país entero ofreciendo un recital.

Cantaba primero Luis Rico, luego Cavour, al final yo, cada uno hacía su parte, y luego uníamos las tres voces…lindo era el trio ese.

¿Cantas en tu casa? ¿no te pica el bichito?

Estoy recogiendo toda mi música a través de cassetes, los discos grabados y le estoy planteando a Discolandia hacer una selección de cuecas de Nilo Soruco con los mejores intérpretes de Bolivia.

Quiero dejar esa cosa porque todo el mundo me reclama… a ver si a ese Orlando Rojas (Compositor e intérprete entonces a cargo de la disquera), le gusta la idea.

Mis paisanos me reclaman que cuando voy a hacer otra cueca como la caraqueña como ha recomendado Banzer.

¿Qué ha recomendado Banzer?

En una sus campañas, Banzer utilizaba La Caraqueña para sus mensajes y uno de sus acompañantes le dice, pero cómo mi general vamos a usar una cueca de Nilo Soruco.

Banzer respondió “hay que decirle a Nilo que escriba la segunda parte de La Caraqueña”.

COMO GATO PANZA AL SOL

Nilo estaba en el trabajo de escribir un libro de sus memorias, “la verdad, dice, yo no le doy el título de libro es un manojo de recuerdos de los exilios que ha impuesto el fascismo criollo de Banzer y el narco-fascismo de García Meza. Es una memoria.

El libro tenía el título de “Como Gato Panza al Sol” y Nilo quería presentarlo primero en Tarija y luego en La Paz y otros departamentos.

El único miedo que tengo es que yo no soy escritor, no soy teórico político y por eso está escrito sin cuidar el estilo literario, sino así nomás, como me han salido las cosas, sí nomás está el libro.

El libro de Nilo contiene anécdotas de su vida durante el exilio. Una de ellas narra que en Caracas estaba buscando trabajo y Luis Lusich, viejo fundador del PCB, que era poeta y escritor, además de pintor le ofrece ayuda para encontrarle un trabajo. macanudo era ese Lusich, dice Nilo.

Lusich, le presenta a Desiderio Rivero que era el director del Instituto Latinoamericano de Folklore, esposo de una gran escritora e historiadora en música universal, Isabel Arias, de Argentina.

Nilo Soruco en plena juventud. (Tomada del Internet)

Fuimos a la casa de Rivero que había sido bizco, tenía un carácter muy feo, malo, me hizo asustar, dijo que era un gran compositor y me pregunta: ¿qué hace usted? Soy profesor de Educación Musical, le digo, y ando buscando trabajo yo podría recopilar toda la música del sur del Bolivia, recoger las tonadas de Tarija.

El tipo me contesta: yo conozco toda la música de esa área sobrándome.

Le pregunto: ¿usted conoce la tonada La Vidita y San Lorenzo?, qué es eso, responde. Es una tonada pues, le digo, si usted quiere ahorita se la toco en el piano para que la conozca.

No es necesario me dijo con su lenguaje pedante, entonces, me dio rabia y le dije “ándate a la mierda bizco y mierda” y nos salimos con mi amigo.

El exilio lo que más afecta es la nostalgia el deseo de volver como sea. Hay momentos lindos y como artista he tenido momentos hermosos. Pasajes, minutos de inmenso placer como ser humano, porque, yo no soy del otro equipo ¿no?

Se terminan las costillitas y también nuestra improvisada como amena conversación, salimos y Nilo se pierde en las calles de la “Chura” Tarija mientras me queda en la memoria el sufrimiento que experimentaron miles de bolivianos durante los gobiernos militares, torturas, prisión y exilio, el permanente como angustiante deseo de volver a la patria, a la familia.

La vida de tantos héroes hoy anónimos a quienes les debemos en parte la recuperación de la democracia hoy aprovechada por quienes se dicen de izquierda, progresistas, pero en los hechos no les llegan ni a los talones a los verdaderos luchadores que son ignorados y atacados por los disfrazados de izquierdistas.

*Este reportaje fue publicado en la Revista Fénix

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