El narco Sebastián Marset habló de su costado religioso, su vínculo con el fútbol y las donaciones que hace
El narcotraficante Sebastián Marset jugando para Deportivo Capiatá
Desde que su nombre se hizo conocido de forma masiva por ser uno de los narcotraficantes más buscados en la región, a Sebastián Marset se le conocieron varias caras. Fue futbolista en Paraguay, una faceta que también utilizó para esconderse en Bolivia,fue productor musical y es el máximo capo del narco uruguayo. Este domingo, el programa Santo y Señadifundió la segunda parte de una entrevista que le hizo al delincuente en la que contó otras facetas de su vida.
El narcotraficante que estuvo preso en Uruguay por tráfico de drogas, imputado por el asesinato de un amigo de su infancia, vinculado a la muerte del fiscal Marcelo Pecci en Cartagena, a la operación Ultranza en Paraguay, también se define como creyente, familiero y fanático del fútbol.
El delincuente es un apasionado del fútbol e hincha de Nacional. Mientras vivió en Paraguay –donde integró el plantel de Deportivo Capiatá– y Bolivia jugó en cuadros profesionales. En el segundo caso fue en un equipo de Santa Cruz de la Sierra, cuando se escondía detrás del nombre Luis Amorím.
“Me gusta mucho el fútbol. Soy apasionado”, afirmó. Marset descartó haber estado en un equipo para “lavar dinero”.“Lo mío es pasión por el fútbol. Me gusta mucho”, insistió. El narcotraficante contó que usa la camiseta número 23 por San Jorge, cuyo día se celebra el 23 de abril.
“Creo que soy buen padre, buen compañero. Tengo una vida de familia. A mí me gusta la vida de familia”, sostuvo, y luego indicó que no le gusta el alcohol ni la joda.
La mayor parte del tiempo la pasa en su casa, aunque enumeró que también sale a comer algún asado con amigos y jugar partidos de fútbol. “Si salgo a algún lado, a las seis o siete de la tarde estoy en mi casa con mis hijos y mi señora”, afirmó.
Los hijos del narcotraficante tienen una vida “normal” porque generalmente van al colegio y tienen sus propias actividades, como fútbol y natación. Sin embargo, como su pareja, Gianina García Troche, también tiene orden de captura internacional, últimamente dejaron esa rutina. “Son super felices. No están pudiendo ir al colegio, pero papá y mamá les enseñan, imprimimos cosas que tendrían que dar en su clase y le vamos enseñando en casa”, relató.
Marset dijo que hace donaciones anónimas a distintas fundaciones porque, según afirmó, no le interesa que se sepa que él está detrás de las colabraciones.
En la entrevista para Uruguay, Marset contó que se crió en el barrio periférico de Montevideo Piedras Blancas y, a sus 15 años, se mudó a La Blanqueada. “Mi infancia fue buena. Mis padres se separaron, que fue algo que me dolió y no me gustó, pero dentro de todo tuve siempre una buena madre”, contó.
El narco cursó hasta el tercer año de secundaria y se definió como un “buen alumno”.En la escuela fue abanderado y tenía buenas calificaciones, según su versión. Era “inteligente” y la materia que más le gustaba era matemática. “Aprendí mucho a sumar y multiplicar, pero no a dividir ni a restar. Yo sumo y multiplico”, dijo riendo.
El delincuente sostuvo que extraña su país, el dulce de leche, jugar al fútbol con amigos y los asados de fin de semana con la familia. Marset dijo que le gustaría volver a tener una “vida normal”. “Capaz que si fuera un chico de la noche, de la joda, de las putas, de lo que sea, me daría igual. Pero sueño con el momento de volver a tener una vida normal”, afirmó.