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Vinicius lidera la reacción del Madrid

Vinicius lidera la reacción del Madrid

El Real Madrid respondió al órdago enviado por su entrenador en la víspera y reaccionó para cortar la racha de dos derrotas en el Bernabéu con una goleada convincente. Por la forma y por el fondo. Porque fue más equipo, sólido y solidario, resolviendo como equipo todas las adversidades, incluidas tres lesiones en el primer tiempo, la de Militao posiblemente grave. Vinicius posó para la foto de la goleada con sus tres tantos, los dos primeros repletos de calidad, pero fue una victoria de bloque, como demuestran los abrazos a los insospechados pasadores de segundo y tercer tanto, Raúl Asencio y Lunin. El canterano cumplió en su primera tarde grande. No será la última. Tampoco lo será de Mbappé, sumido en un bache de confianza extraño para un futbolista de su calidad. ¿Y Osasuna? No remató a portería. Sólo se pareció en el uniforme al equipo dinámico que arrolló hace semanas al Barcelona

Después del emotivo homenaje a las víctimas de la DANA, con la bandera de la Comunitat desplegada y las lágrimas a punto de brotar, el Madrid regresó al Bernabéu consciente del momento delicado que atraviesa. No aplicó Ancelotti la doctrina Toshack. No cambió a once ni mantuvo a los mismos de siempre. Metió tres cambios, uno por línea. Volvió a los tres puntas, cuando quizá lo aconsejable en un equipo tan frágil debía ser blindar el centro del campo. En realidad era un falso retorno, porque sin balón Rodrygo reforzaba la línea de cuatro en el medio. El italiano se sentó en el banquillo para ver si sus futbolistas, los que llevan semanas sin responderle, eran capaces de poner la solución en el campo a todo lo que habían detectado en el vestuario. Sufrió poco en defensa, pero tampoco tuvo claridad en ataque, pese al intercambio de posiciones de los puntas y a la tormenta de córners (ocho en el primer cuarto de hora). Una fase de dominio frente a un buen adversario, instalado en la zona noble de la tabla, que acabó cuando comenzó el parte de bajas.

Primero cayó Rodrygo, en lo que pareció primero un golpe y después un problema muscular. Se fue llorando. Seis minutos después, en un córner, Militao entró a rematar y cayó fulminado por el dolor de su rodilla. Pinta a lesión grave. Entraron Brahim y Raúl Asencio, recibido con alivio por el Bernabéu. Al fin ocasión para un canterano. Que seguro que los hay que valen para el primer equipo, y no sólo para hacer negocio. El caso es que tanta desgracia sirvió de estímulo, especialmente para un centro del campo rebosante de energía. Camavinga saltó a una presión, despejó reguleras Osasuna, Bellingham controló en línea de medios y abrió a su izquierda, a Vinicius, que desató su talento. Control, toque corto y latigazo seco, imparable, junto al palo izquierdo.

Que el Madrid fue más intenso y solidario que la mayoría de citas anteriores fue una evidencia. Sobre todo cuando Lucas también cayó al suelo, con otro problema muscular. Intentó resistir, vendado, como buen capitán. Pero no pudo, y allí acudieron Valverde o Brahim para cubrir a su compañero herido. Y en esa tesitura, con un rayo como Bryan Zaragoza como amenaza, emergió Asencio con una jerarquía impropia. Primero no se cortó en salir a campo abierto, cabeza arriba. Después volvió a levantar la mirada y tiró un pase majestuoso, tocadito, con la pelota dando vueltas, perfecto para el desmarque de Bellingham, que colocó suave sobre Sergio Herrera. Los abrazos se repartieron entre el joven central y el inglés, primer tanto del curso. Igualito que el pasado año.

Es verdad que no defendió bien Osasuna. Ni agresivo ni intenso. Pudo recibir el tercero, en una presión de Vinicius y Mbappé que aprovechó Camavinga para presionar y robar. El francés despachó un partido completísimo en todas las facetas. Es el hombre. El asunto no cambió tras el descanso,con Modric en la medular y Valverde en el lateral. Intentó dar un paso adelante el equipo rojillo, animado por un resultado corto para las sensaciones de uno y otro. Claro, abrió espacios, y eso con el Madrid enchufado equivale a sentencia.

 

La fabricó Andrei Lunin, que cumple cuando se le requiere. Salió a blocar en un córner, empezó a correr Vinicius y le puso un saque perfecto para el desmarque. Vini controló orientado, perfecto, se cruzó ante Areso y eludió en velocidad a Sergio Herrera para completar mirando al tendido. Torero. El 3-0 liquidó el duelo y abrió el escenario perfecto para restablecer algún que otro asunto. Primero, Mbappé, que no se encuentra. Ni en el centro ni cuando ocupó la banda izquierda, aunque se apareciera en la arrancada brutal que tuvo que cortar Catena con tarjeta. El francés recibió el cariño de la grada, pero acabó ofuscado y mustio. Lo contrario de Vini, que cerró su gran tarde empujando a la red el robo de Brahim a Boyomo. El central, que brilló en su visita de septiembre con el Valladolid, se fue amargado con la camiseta rojilla. El malagueño volvió a mostrar su utilidad con y sin balón. Entraron al final Güler, que dejó destellos, y Endrick, que batalló como suele hacer, pero no creció la goleada. Tampoco pudo Osasuna ni asomarse a la portería de Lunin, bien cerrada por el trabajo defensivo del equipo blanco. Cuando corren, son temibles.

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