En víspera del 80.º aniversario de la gran victoria sobre el nazismo y en el contexto de intentos de varios países occidentales de reescribir la historia, el tema de la liberación de Europa por el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial adquiere un significado especial.
Austria, Albania, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Luxemburgo, Noruega, los Países Bajos, Polonia, Francia, Checoslovaquia y Yugoslavia estuvieron bajo el yugo del agresor nazi. Mientras, Hungría y Rumanía, eran aliados de la Alemania de Hitler, y Bulgaria y Finlandia, perdieron su independencia. Los territorios de varias repúblicas soviéticas –Bielorrusia, Ucrania, Estonia, Letonia y Lituania– también estuvieron bajo ocupación alemana.
Las grandes victorias del Ejército Rojo en otoño e invierno de 1942 crearon las condiciones para una ruptura fundamental en el curso de la guerra. Desde finales de diciembre, las tropas soviéticas tomaron la iniciativa estratégica en el frente, lo que marcó el inicio de la liberación de Ucrania. El mundo entero observaba el rápido avance de las fuerzas soviéticas a través del territorio ucraniano entre el invierno de 1943 y la primavera de 1944. Las defensas alemanas sucumbieron y las tropas soviéticas se acercaban rápidamente a las fronteras de la URSS anteriores a la guerra, aproximando la liberación de Europa.
Entre 1944 y 1945, aproximadamente 7 millones de soldados soviéticos lucharon por la libertad de 11 naciones del Viejo Continente, con una población de unos 113 millones de habitantes. En total, más de 1 millón de efectivos soviéticos murieron en los campos de batalla extranjeros, y las pérdidas totales del Ejército Rojo, junto con los heridos y desaparecidos, ascendieron a más de 3 millones de personas durante la liberación de Europa. Ellos dieron su vida ayudando a todos los pueblos en su lucha de liberación contra la tiranía y por el derecho a establecerse libremente en su propia tierra.
- Rumanía: primer paso a la Europa libre
- Bulgaria: liberación sin derramamiento de sangre
- Yugoslavia: lucha de partisanos
- Hungría: el último aliado de la Alemania nazi
- La región del Báltico: avance estratégico
- Noruega: la mayor ofensiva en el Ártico
- Polonia: el camino a Berlín
- Austria: rendición en masa
- Berlín: el hundimiento total de la Alemania nazi
- Checoslovaquia: el último operativo del Ejército Rojo en Europa
- Intentos de olvidar a quienes más contribuyeron a la victoria
Rumanía: primer paso a la Europa libre
Entre febrero y marzo de 1944, el Ejército Rojo llevó a cabo 10 operaciones contra las fuerzas alemanas y alcanzó la frontera con Rumanía, una potencia del Eje. Se crearon las condiciones para la ofensiva de las fuerzas de la URSS en dirección suroeste con el objetivo de despejar completamente de nazis las repúblicas soviéticas de Ucrania y Moldavia, retirar de la guerra a los aliados balcánicos de Alemania y liberar Yugoslavia.
El mando alemán planeó ocupar completamente Rumanía en el verano de 1944. La Operación Iasi-Chisinau (20-29 de agosto de 1944) trastocó todos los planes del enemigo. El 24 de agosto, la capital de la Moldavia soviética, Chisinau, fue liberada. En cuestión de pocos días, la principal fuerza alemano-rumana fue rodeada y privada de su poder de combate.
La aplastante victoria del Ejército Rojo se convirtió en un incentivo para derrocar el régimen profascista de Ion Antonescu en Rumanía. El 23 de agosto, estalló un levantamiento en el país. Como resultado, el dictador fue arrestado y se formó un nuevo gobierno, que anunció la retirada de la guerra del lado de Alemania, aceptó las condiciones de paz y solicitó ayuda militar a la URSS.
El 31 de agosto, las tropas soviéticas entraron en Bucarest y la población acogió con alegría a sus libertadores. Las unidades rumanas desertaron masivamente y participaron en combates contra las tropas alemanas. El 12 de septiembre se firmó en Moscú un armisticio con Rumanía, que fue completamente liberada entre septiembre y octubre de 1944.

Bulgaria: liberación sin derramamiento de sangre
Bulgaria se puso del lado del bloque fascista contra EE.UU. y el Reino Unido ya en diciembre de 1941. Los efectivos del Ejército búlgaro servían como tropas de ocupación en Grecia y Yugoslavia, y las fuerzas alemanas utilizaban toda la infraestructura de transporte del país. Sin embargo, Sofía no participó formalmente en las operaciones militares contra la Unión Soviética, ya que los círculos dirigentes proalemanes del país se vieron obligados a contar con los sentimientos amistosos del pueblo búlgaro hacia los rusos, que les liberaron del yugo otomano en 1878.
La deserción de Rumanía a la coalición anti-Hitler provocó una remodelación en la cúpula de Sofía, que declaró su neutralidad, pero las unidades alemanas siguieron moviéndose libremente por su territorio. La URSS se vio obligada a declarar la guerra a Bulgaria y comenzó la operación búlgara (5-9 de septiembre de 1944). El 8 de septiembre, las unidades terrestres y la Flota del Mar Negro entraron en el país sin resistencia y prácticamente sin derramamiento de sangre. Los partisanos búlgaros se unieron al Ejército Rojo.
Al día siguiente, se produjo un levantamiento popular en el país: las autoridades proalemanas fueron derrocadas y se formó el Gobierno del Frente Patriótico, que posteriormente declaró la guerra a Alemania y a su aliada Hungría. Además, se ordenó la retirada de las unidades búlgaras de Grecia y Yugoslavia, se prohibieron las organizaciones nazis y comenzó la reestructuración de las instituciones estatales.

Yugoslavia: lucha de partisanos
El 6 de abril de 1941, las tropas alemanas invadieron Yugoslavia, y el país capituló unos 10 días después. Sin embargo, en julio, comenzó la Guerra de Liberación del Pueblo Yugoslavo contra los invasores nazis, que se expresó en el movimiento partisano de masas.
En septiembre de 1944, el dirigente del Ejército Popular de Liberación de Yugoslavia, Josip Broz Tito, y el líder de la URSS, Iósif Stalin, llegaron al acuerdo de que el Ejército Rojo entraría en el territorio yugoslavo para apoyar la liberación de Belgrado, mientras el resto del país sería liberado por las propias fuerzas serbias, con ayuda militar y técnica de la URSS.
En el marco de la Operación de Belgrado (28 de septiembre - 20 de octubre de 1944), unidades del Ejército Rojo y los partisanos yugoslavos lanzaron una rápida ofensiva en la capital, que fue liberada el 20 de octubre tras sangrientos combates. Los serbios recibieron con entusiasmo a los combatientes rusos.
Como resultado de la operación, las tropas conjuntas avanzaron unos 200 kilómetros y derrotaron al grupo alemán de Ejércitos 'Serbia'. Los patriotas yugoslavos completaron la liberación de su tierra natal. El mando soviético les prestó un amplio apoyo hasta el final de la guerra: suministró fusiles, cañones, morteros, tanques y aviones. La hermandad en armas demostrada durante aquellos duros años ha quedado para siempre en el corazón de los pueblos serbio y ruso.

Hungría: el último aliado de la Alemania nazi
A finales de septiembre de 1944, la situación favorable para el Ejército Rojo en dirección suroeste, le permitió proseguir la ofensiva para retirar a Hungría de la guerra. A finales de 1940, Hungría se convirtió en miembro del Pacto Tripartito y luego participó en la ocupación de Yugoslavia. A su vez, Berlín concedió a Budapest la reivindicación de una parte del territorio rumano. El 27 de junio de 1941, entró en la guerra del lado de Alemania contra la Unión Soviética.
Del 6 al 28 de octubre de 1944, la URSS llevó a cabo la Operación de Debrecen. Liberó cerca de un tercio del territorio húngaro e infligió grandes pérdidas al grupo enemigo Ejército 'Sur'. Sin embargo, los alemanes se aferraron desesperadamente a Budapest: la operación para liberarla fue feroz y duró del 29 de octubre de 1944 al 13 de febrero de 1945.

Como resultado, el gobierno antifascista provisional húngaro declaró la guerra a Alemania y firmó un armisticio con la URSS. No obstante, los combates continuaron. Hitler consideraba Hungría una importante base de materias primas y un puesto defensivo del Tercer Reich. El mando nazi decidió lanzar en marzo de 1945 una campaña en la zona del lago Balaton, que se convirtió en la última gran contraofensiva de los nazis en el transcurso de la guerra. La competente defensa antitanque de las tropas soviéticas destruyó todos los planes y esperanzas del enemigo.
Con la pérdida de su último aliado, Berlín se vio privado de un importante número de fábricas militares, así como de ricas reservas de bauxita y petróleo. Al mismo tiempo, para el Ejército soviético se crearon condiciones favorables para la ofensiva en dirección a Austria.
La región del Báltico: avance estratégico
En 1941, las repúblicas bálticas soviéticas fueron capturadas por las tropas alemanas. Hitler concedió gran importancia a la defensa de la región, que le permitió controlar la parte oriental del mar Báltico y proporcionó al Reich suministros de productos agrícolas y algunos minerales. El camino hacia la ciudadela del militarismo alemán, Prusia Oriental, también pasaba por esa zona, por lo que los nazis construyeron ahí una poderosa defensa.
El terror perpetrado por los ocupantes alemanes y sus colaboradores provocó la muerte de cientos de miles de civiles y prisioneros de guerra. Por su parte, los verdaderos patriotas de Estonia, Letonia y Lituania lucharon contra el régimen de ocupación: grupos partisanos y clandestinos realizaban ataques contra guarniciones enemigas, socavaban las líneas de comunicación y eliminaban a militares y colaboradores de la Wehrmacht.
En el verano de 1944, el Ejército Rojo infligió derrotas decisivas a las tropas finlandesas y en septiembre retiró a Finlandia, país colaborador del Eje, de la guerra. Durante la Operación Bagratión (23 de junio - 29 de agosto de 1944), las tropas soviéticas liberaron no solo toda Bielorrusia, sino también una parte importante de Lituania, con su capital Vilna. En septiembre, se lanzó el operativo del Báltico (14 de septiembre - 24 de noviembre de 1944). Así, Tallin fue liberada el 22 de septiembre y todo el territorio de Estonia el 26 de septiembre. Las tropas soviéticas entraron en Riga el 15 de octubre de 1944, y el 22 de octubre la mayor parte de Letonia (sin Curlandia) estaba libre de invasores.
Al perder el Báltico, la Wehrmacht se vio privada de una zona estratégica favorable, que servía de importante base industrial, de materias primas y de alimentos para los alemanes.
RT